3 de mayo de 2019

La historia que se vive y olvida, nos condena a repetirla


Esta frase, parece tomada de la famosa frase de Confucio: un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”; no es nuestro deseo plagiarla sino más bien darle un uso apropiado a la línea de pensamiento que este cronista desea compartir para el día de hoy.

Y es que parece que vivimos en una sociedad amnésica, sufriente, y de alguna manera masoquista, ya que hemos tropezado con las mismas piedras innumerables veces, es decir, que reconocemos haber cometido un error, pero luego lo volvemos a repetir.

Y cuál es el meollo de este asunto?, nada más ni nada menos que los hechos políticos de la Nación Colombiana. Las noticias de todos los días, están plagadas de movimientos, jugadas, satrapías, hipocresías, puñaladas por la espalda entre otras muchas más, el gamonalismo que creíamos superado se manifiesta en su máxima expresión con personajes que por el amor al poder están dispuestos hasta a vender su alma al diablo.

Los viejos liderazgos políticos que convenientemente llamábamos gamonales, rodeados de vasallos;  y que con la promulgación de la Constitución del 91 al crear el pluripartidismo, jurábamos que se extinguirían, Noo, se reencaucharon, y se ven todos los días en la radio, tv, twitter, repartiendo coscorrones a diestra y siniestra contra todo aquel que no comparte los diáfanos ideales del partido político al que pertenece el gamolider.

Pero es más triste ver a la población polarizada, dividida, confiando ciegamente en las propuestas de sus mentores, creyendo y defendiendo a pie junto ante cualquiera que se atraviesa, a esa persona en quien deposita tanta fe, pero aún, sabe que en algún momento le va a defraudar, sabe que cuando necesite algo, un favor, un apoyo de su líder no lo va a conseguir, o en el mejor de los casos recibirá evasivas.

Resulta doloroso que la gente olvide, que no se dé cuenta, que independientemente de quien sea su líder político las cosas no van a cambiar y no van a cambiar, porque seguimos eligiendo y llevando a las esferas de poder a las mismas personas, con las mismas costumbres, seres omnívoros que solo quieren satisfacer su apetito voraz de los recursos del Estado cualquiera que sea el partido político en el que militen.

Liderar un pueblo, debería ser un honor, y en ese sentido “honoris causa”, de pronto con unos honorarios dignos para tener una buena calidad de vida, pero lo que vemos impasibles es la extrapolación de esos ingresos, que no corresponden de ninguna manera con la realidad económica de nuestro país, y en eso siguen siendo gamonales, no les importa el bienestar colectivo, el comunitario o social, lo único que realmente los motiva es su propio incremento patrimonial.

Es hora de tomar conciencia, de analizar concienzudamente el currículo de quien se postula, es necesario revisar sus logros y elegir personas que representen verdaderamente los intereses de los electores, elijamos a conciencia, no vendamos el voto, no participemos de la corrupción, no repitamos la dolorosa historia de ver como saquean el fisco nacional.